
EL CLARIN
La campaña electoral avanza como una gran apuesta alimentada y retroalimentada por las encuestas. Sumas y restas, ejercicios estadísticos, traspasos y endosos, pero no de lo esencial. No del desempleo, de la crisis, de la reducción salarial, de los abusos corporativos, del empobrecimiento progresivo, de las desigualdades y mezquindades. No de las demandas de los estudiantes, de los trabajadores, de los profesores, de los deudores.
La campaña electoral avanza como una gran apuesta alimentada y retroalimentada por las encuestas. Sumas y restas, ejercicios estadísticos, traspasos y endosos, pero no de lo esencial. No del desempleo, de la crisis, de la reducción salarial, de los abusos corporativos, del empobrecimiento progresivo, de las desigualdades y mezquindades. No de las demandas de los estudiantes, de los trabajadores, de los profesores, de los deudores.
Hay materias que no se tocan, como si hubiera un singular consenso para omitir la crisis, para aislar y reforzar una sola voz, la oficial. Como si la recesión y sus efectos fuesen un trance externo que rodea a Chile, como si el derrumbe del neoliberalismo fuera un debate teórico ajeno a la economía. Los problemas de fondo han sido hábilmente sorteados.
Porque lo que tenemos en el mundo son cambios estructurales, los que poco o nada forman parte de la discusión política y económica nacional. Hace poco más de una semana el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, al anunciar el plan de reformas al sistema financiero dijo que era la mayor transformación desde las que siguieron a la Gran Depresión. Un cambio mayor que responde al fracaso del modelo neoliberal. La economía ha de regresar a las regulaciones, a la participación activa del Estado. Entre ellas, se ha propuesto la creación de nuevos organismos que supervisen el riesgo económico en los bancos y en otras instituciones y la seguridad de los productos financieros para los consumidores. Crearán una agencia que protegerá a los consumidores de los productos financieros abusivos, desde los créditos hipotecarios a las tarjetas de crédito, entre otros muchos. Un plan que tenían antecedentes: hace un par de meses Obama reguló los intereses máximos de las tarjetas de crédito. Se consideraba un nivel cercano a la usura aquellas que cobraban un 15 por ciento anual.
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Porque lo que tenemos en el mundo son cambios estructurales, los que poco o nada forman parte de la discusión política y económica nacional. Hace poco más de una semana el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, al anunciar el plan de reformas al sistema financiero dijo que era la mayor transformación desde las que siguieron a la Gran Depresión. Un cambio mayor que responde al fracaso del modelo neoliberal. La economía ha de regresar a las regulaciones, a la participación activa del Estado. Entre ellas, se ha propuesto la creación de nuevos organismos que supervisen el riesgo económico en los bancos y en otras instituciones y la seguridad de los productos financieros para los consumidores. Crearán una agencia que protegerá a los consumidores de los productos financieros abusivos, desde los créditos hipotecarios a las tarjetas de crédito, entre otros muchos. Un plan que tenían antecedentes: hace un par de meses Obama reguló los intereses máximos de las tarjetas de crédito. Se consideraba un nivel cercano a la usura aquellas que cobraban un 15 por ciento anual.
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